La ley de etiquetado frontal en Argentina: avances, tropiezos y por qué seguimos alertas
- Lic. Florencia Guma

- hace 4 días
- 2 Min. de lectura
Como nutricionista, comprometida con el derecho a una alimentación adecuada, me parece clave reflexionar sobre la Ley 27.642 de Promoción de la Alimentación Saludable (conocida como “ley de etiquetado”) y los golpes que ésta política pública ha recibido en los últimos tiempos.
Esta ley fue sancionada con la intención de garantizar el derecho a una alimentación adecuada, con información clara y comprensible sobre los productos envasados: colocar sellos de advertencia (octógonos negros) en aquellos productos que superen ciertos umbrales de nutrientes críticos como azúcares, sodio, grasas saturadas, grasas totales; y leyendas precautorias sobre la presencia de cafeína y edulcorantes. Además, regula la publicidad, promoción y patrocinio destinada a menores de edad y fija que los entornos escolares estén libres de productos con sellos, entre otras características.
Lo que celebro
Que por fin tengamos un instrumento normativo que obligue a las industrias a transparentar los ingredientes (ilegibles) en los productos.
Que esta herramienta aporte conciencia tanto en profesionales de la salud como en la población en general, ayudando a que veamos más allá de la “frase publicitaria saludable” y miremos los ingredientes y advertencias.
Los golpes que ha recibido (a 4 años de su sanción)
Demoras en la implementación debido a las prorrogas solicitadas por la industria que retrasaron la entrada en vigor plena de la ley.
Infracciones e incumplimientos que mantienen prácticas prohibidas como publicidad dirigida a infancias, uso de personajes, promociones, etc.
Intentos de derogación con proyectos de ley presentados en el Congreso.
En 2024 la ANMAT logró la flexibilización arbitraria de su alcance sin evidencia científica, sin consenso y a puertas cerradas.
En 2025, en el ámbito de Mercosur, existe el riesgo de armonización hacia normativas menos protectoras, se propone debilitar el sistema de perfil de nutrientes y el sistema gráfico.
Estos cambios implican: menos productos con sellos de advertencias, mayor margen para los engaños de la industria, retroceso en derechos conquistados y mas riesgo para la salud.
Los desafíos que tenemos para sostener los derechos conquistados
Como nutricionista me permito pedir que no bajemos la guardia:
Que la ley vuelva a su estado original y se aplique de forma rigurosa y sin dilaciones.
Que los profesionales del área, la industria, la academia y la sociedad civil colaboremos en formar una cultura alimentaria que no sólo reaccione al sello, sino que promueva alimentos frescos, mínimamente procesados, variedad y sentido crítico frente al marketing.
Que cada persona, cada familia, cada comunidad reflexione sobre lo que consume, eligiendo con información, y no sólo guiados por el envase o la “promoción saludable”.
Que desde los contenidos de divulgación acompañemos con claridad, empatía y datos la transformación que aspiramos: que la alimentación saludable sea un derecho, no un privilegio.
Por último, la ley es un paso potente, pero no el paso final. Los golpes que ha recibido (dilaciones, incumplimientos, debilitamiento) son un mensaje de que debemos seguir observando, informando y empoderando.
Y nosotros, mi audiencia, tienen un rol central: preguntar, desconfiar del “todo saludable”, revisar las etiquetas (y los sellos), y participar activamente de esta conversación.
Gracias por acompañarme en esta misión de divulgar, de educar y de transformar. Juntas y juntos, podemos hacer que la alimentación sea un acto de conciencia, salud y bienestar.
Pueden seguir la serie de videos en la Fundación aquí: Playlist Fundación Sanar
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